La Coherencia de los Evangelios como Prueba de su Autenticidad.
La coherencia de los evangelios es otra de las características probatoriamente importante sobre la veracidad de lo documentado en los evangelios, desde el punto de vista religioso e histórico. A pesar de haber sido escritos por diferentes autores, en distintos lugares y momentos, mantienen una coherencia en lo fundamental. Es una señal poderosa de que los evangelios no son simples mitos o invenciones humanas, sino que representan testimonios auténticos sobre la vida, muerte y resurrección de Jesús. A continuación, exploramos por qué la coherencia de los evangelios es un argumento a favor de su autenticidad histórica.
Los Evangelios: Diversidad en la Unidad.
Existen cuatro evangelios en el Nuevo Testamento: los de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Cada uno, como se concluye, escrito por personas distintas, en contextos geográficos y culturales distintos, y para audiencias diferentes. Por ejemplo:
Mateo se centró en escribir principalmente para un público judío, destacando el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento en la vida de Jesús.
Marcos, muy probablemente escribió para cristianos en Roma, enfatizando la acción rápida y el poder de Jesús como el Hijo de Dios.
Lucas, a quien se le considera altamente instruido dado que era médico y a su manejo de la escritura, escribió para un público griego, centrándose en el aspecto humano y misericordioso de Jesús, destacando su compasión por los marginados.
Juan, presenta un relato de la vida de Jesús más teológico y espiritual, abordando la naturaleza divina de Jesús desde el principio de su evangelio.
Pero a pesar de estas diferencias de enfoque y propósito, todos los evangelios coinciden en los eventos fundamentales de la vida de Jesús: su nacimiento, ministerio, milagros, crucifixión y resurrección. Tienen unidad en lo narrado, con pequeñas diferencias en referencias accesorias, lo que le da mayor credibilidad; no se pusieron de acuerdo sus autores para registrar la historia. La denominada coherencia de los Evangelios, en los hechos fundamentales es sorprendente, dado que los autores no habrían tenido acceso directo a los escritos de los otros cuando los produjeron.
Testigos Independientes con el Mismo Testimonio.
La coherencia narrativa aceptada de los evangelios, tiene un hecho adicional que le da mayor peso probatorio, sus autores fueron al momento de escribirlos testigos independientes de los mismos eventos. Aunque cada evangelista aporta su propia perspectiva y énfasis particular, todos describen en lo fundamental a la misma persona y los mismos eventos clave. Como en cualquier investigación histórica o jurídica, si varios testigos independientes describen un mismo suceso de manera coherente, esto aumenta la credibilidad del relato y más cuando en cosas intrascendentes presentan diferencias, lo que demuestra independencia y originalidad en lo narrado.
Se considera y argumenta que, si los Evangelios hubieran sido el resultado de un esfuerzo de sus autores de conspiración o fabricación al ponerse de acuerdo en que escribir, esperaríamos encontrar una armonización artificial casi total entre ellos. Sin embargo, lo que evidencian es que, aunque los relatos no son idénticos palabra por palabra, no presentan contradicciones en los aspectos centrales. Esto prueba que los autores no estaban coordinando sus escritos para que coincidieran exactamente, sino que simplemente estaban registrando lo que sabían.
Diferencias no Contradictorias.
Las pequeñas diferencias documentadas entre los distintos evangelios no son contradicciones, sino más bien una prueba de la autenticidad de los relatos. Cada autor aporta detalles que complementan el panorama general sin restar credibilidad a los demás. En lo fundamental hay coherencia. Por ejemplo:
En el Evangelio de Mateo, Jesús da el “Sermón del Monte”, mientras que en Lucas aparece una versión más breve llamada el “Sermón de la Llanura”. Aunque difieren en ciertos detalles, el mensaje fundamental es el mismo: las enseñanzas éticas y espirituales de Jesús.
La resurrección de Jesús es descrita con diferentes detalles en cada uno de los Evangelios, pero todos coinciden en lo esencial: la tumba estaba vacía, y Jesús se apareció a sus seguidores después de haber muerto en la cruz.
Como lo afirmado, desde el punto de vista del análisis histórico e incluso bajo las técnicas jurídicas de la evaluación de los testimonios, estas diferencias, en lugar de disminuir la credibilidad de los relatos, muestran que los autores no estaban copiando unos de otros, sino que estaban ofreciendo perspectivas independientes sobre los mismos eventos sucedidos.
La Tradición Oral y la Preservación del Mensaje.
Antes de que los evangelios fueran escritos, la enseñanza de Jesús fue transmitida de forma oral. Era por excelencia la forma de trasmisión. En una cultura como la judía del primer siglo, la transmisión oral era extremadamente precisa y estaba muy regulada. Los discípulos de los rabinos memorizaban grandes porciones de enseñanza para asegurarse de que el mensaje se preservara de manera exacta. Los seguidores de Jesús hicieron lo mismo, asegurando que las verdades fundamentales de su vida y mensaje se transmitieran con precisión.
Conclusión: La Coherencia como Sello de Autenticidad.
Finalmente, para recordar que la coherencia entre los distintos evangelios, especialmente en los eventos fundamentales de la vida de Jesús, es una prueba fuerte de su autenticidad. Los evangelistas no estaban escribiendo de manera aislada o inventando sus relatos; realmente estaban dando testimonio de lo que realmente sucedió. Son documentos históricos. Como se dijo, si hay variaciones en lo accesorio, en vez de contradecirlos, refuerza su veracidad y fidelidad. Por lo anterior, lo narrado en este artículo, refuerzan la fiabilidad de los evangelios como fuentes históricas.
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